from Ese cuerpo no soy

Verónica González Arredondo
Mamá, ¿qué es eso a lo lejos en el mar?

 

Me he preguntado a menudo si era más fácil averiguar
la profundidad del océano
o la profundidad del corazón humano.
Viejo oceáno ... Tienes que decírmelo
para que me alegre al saber que
el infierno está tan cerca del hombre.

Lautréamont

 

Mamá, ¿qué es eso a lo lejos en el mar? Hay un animal que duerme el sueño del océano: es ciego, tiene la piel viscosa, su boca guarda hileras interminables de colmillos y, cuando bosteza, devora los astros. ¿Y a qué hora bosteza? Cuando se oculta el sol. No puede tragar fuego sin quemarse, por eso abre tan grande la boca y lo oscurece todo. Encerrado, el sol grita, pero nosotras sólo vemos las estrellas.

 

 

 

Mamá ¿y qué es lo que está a lo lejos, lo que se ve desde aquí? Es una isla de cruces. ¿Quién las lleva hasta allá? La marea y el viento las llevan en una barca, una por cada niña o cada mujer. ¿Cómo saben que ellas no volverán? Unas están muertas en vida. Otras, cuando la playa está picada, tropiezan y se ahogan. El mar las golpea contra el acantilado hasta destrozarlas. Y yo de cuales soy: ¿de las que tropezaron o de las que mueren en vida?

 

 

 

Epitafio

Dejan una a la vez, en cada visita. Descalza de pies, desraizada. Doncella con vestido de pétalos, multicolor. Sobre esta lápida una joven releva el cuerpo derruido de otra. Ignoran que, recién cortadas, el proceso será inminente, como hueco en un reloj de arena, acelerando el viaje al siempre otoño. Una más y otra, en cada visita.

 

 

 

from I Am Not That Body

Translated by Allison A. deFreese
Mamá, what is that in the distance, far out at sea?

I have often asked myself
if it is easier to sound the ocean’s depths
or to fathom the depth of the human heart.
Old ocean . . . You must tell me the answer,
for I would be happy to know
that hell is as near as man.

Lautréamont

 

Mamá, what is that, far out at sea? An animal that falls asleep in the ocean’s dream: It is blind; with viscous skin, and in its mouth — endless rows of fangs. When it yawns, it devours the heavens. And when does it yawn? When the sun sets. It can’t swallow fire without burning itself; that’s why when it opens its mouth so very wide, it makes the whole world go dark. Once trapped, the sun screams, but you and I see only stars.

 

 

 

And Mamá, what is it we can see from here, that thing far out in the distance? It’s an island filled with crosses. How do they get there? The tide and wind carry them over on a boat, one for every girl and every woman. How do they know the girls and women will never return? Some are already among the living dead. When the water is choppy, others fall in and drown. The sea smashes them against the cliffs until they break apart into nothing. And me? Which kind am I? The kind who stumbles and falls in, or the kind who is dead while still living?

 

 

 

 

Epitaph

They leave them, one by one, one on every trip. Barefoot, uprooted: a damsel in a dress of multicolored petals. At this gravesite, one young woman takes the place of another’s wrecked body. Freshly cut, they are unaware that the next step is imminent, just as the opening into the pit of an hourglass accelerates the sands’ journey toward a neverending autumn. One and then another, one more every trip.

 

 

 

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